domingo, 27 de junio de 2010

Las runas míticas de la Luna


...Sólo había escuchado el nombre de estas "míticas" runas en los cuentos de los pueblos más alejados de Krizalis, que hablaban también sobre el temido "Clan de la luna".

Este grupo es una secta de fanáticos que le rinden culto a la luna, dicen que ésta tiene un poder sobre la vida en la tierra, que ellos pueden controlar con estas piedras.
Se juntan cerca al abandonado castillo del este, donde según los cuentos, hacen sus rituales; fue así que decidí ir a investigar.

Me interne 6 días en el campo cerca al castillo del este, pero no encontré nada, estuve muy cerca de abandonar mi búsqueda pensando en que todo lo que había oído no eran más que cuentos del pueblo. Pero eso cambió, fue el 6to día,eran aproximadamete las 8 de la noche, estaba en las afueras del castillo recogiendo un poco de leña, y vi venir a un grupo de personas, con antorchas encendidas y que parecían tener a un prisionero entre ellos.

Uno iba adelante, parecia ser el líder pues llevaba consgio una gran vara, iba seguido por tres más, en medio, había un hombre desnudo, que tenía colgando del cuello unas piedras, atadas entre ellas con cadenas. Será un prisionero de ellos? me pregunté, sin conocer el terror del cual iba a ser testigo.

Éstos hombres llevaban largas túnicas oscuras, grandes mantas encima, al parecer usaban botas,
y tenían el rostro casi cubierto, no pude ver bien, pero me pareció ver que sufrían de una enfermedad a la piel, tenían las caras hinchadas, y parecía que se les iba cayendo la piel por trozos, de repente era lepra.

El líder tenia una pintura roja en el rostro, llevaba consigo un gran libro, y un largo baston en la otra mano.

De pronto llegaron a una colina muy elevada, yo me escondí detrás de unos arbustos, y estuve ayudado con una lente para ver de lejos.
Empezaron a gritar unos cantos, los tres hombres se tomaron de las manos, el prisionero estaba arrodillado con los brazos atados a su espalda, y con los artefactos colgando de su cuello, y el líder abrió su libro y empezó a leerlo, entonando una especie de hechizo. En ese momento, las piedras milagrosamente empezaron a brillar con un azul muy intenso, yo me quedé asombrado e incrédulo por lo que pasaba, pero seguí observando.

El líder abrió su capa y sacó una daga, la frotó contra la tierra y la levantó hacia el cielo, apunto a la luna y empezó a gritar unos cantos de su libro. Se acercó al prisionero, que estaba en un estado de locura, estaba botando espuma por la boca, sus ojos estaban pálidos, y tenía la boca abierta mirando hacia el cielo; el líder lo tomó por la cabeza, y sin titubear clavó la daga en su cuello. Yo estaba atónito y con lágrimas en los ojos, respiraba muy rápido y mi mano con la que tenía la lente me empezó a temblar, estaba muy asustado. La víctima solo hacía gemidos grotescos, intentando gritar, parecía una oveja asustada, mientras la sangre brotaba a chorros de su traquea.

El asesino sacó la daga y la levantó nuevamente, como mostrando el sacrificio que acababa de hacer, los otros tres hombres levantaron sus manos cantando unas palabras en un idioma que no comprendía, la vícitma cayó al suelo bañando las piedras con su sangre, yo estaba asustado, vomité por la impresión, traté de no hacer mucho ruido por temor de que me tomen como un sacrificio más; empecé a arrastrarme hacia atrás, lo último que vi fue que tiraron al cadáver por un acantilado, donde nunca nadie lo encontraría.

Lo que me pareció sorprendente del hecho, viendo esto desde una perspectiva científica, es que las piedras cambiaron su color de azul intenso a un blanco muy brillante, es que de repente estos hombres de verdad tienen algun poder relacionado con la luna? Éstos sacrificios de verdad funcionan y les da energía a ellos o qué? Éstas piedras, de donde las sacaron? Todas estas preguntas forman parte de una antigua leyenda, que ha sido tergiversada por las generaciones y el tiempo.

Para mí, esto no es una leyenda, esas piedras de verdad existen, he sido testigo de cómo se activan, pero no sé pare que sirven....

(Exraído del diario de Mirós: 137)

sábado, 13 de marzo de 2010

Las primeras investigaciones y el pueblo Lacanter


Mi investigación en las tierras de Krizalis empezó con una anécdota que involucró mi vida y una reliquia muy sagrada para una tribu de nativos.

Soy un investigador, viajero y arqueólogo de estas viejas tierras. Mi nombre es muy reconocido dentro de muchos pueblos de Krizalis, en especial entre los grandes reyes y científicos del lugar.

Todo comenzó en uno de mis viajes, estaba trabajando en un libro intentado descubrir la naturaleza de los lacanters, una tribu de seres humanoides con rasgos de lagarto. Estos viven en pequeños pueblos, dentro de los bosques más espesos. Suelen pintarse los rostros y sus cuerpos con pintura de batalla. Por alguna razón están siempre armados.

Un día llegué a un pueblo lacanter que estaba destruído, no sabía que había pasado, pues estos seres son muy feroces en batalla, y nunca suelen abandonar sus pueblos; en ese momento pensé que había descubierto un nuevo comportamiento de ellos, pero no era así, habían sido eliminados por otra tribu o algun animal salvaje, de repente ocurrió una guerra entre las familias. Fue así que guardando bien mis cosas, saqué una navaja y me adentré en aquel pueblo. Buscando dentro de las construcciones, encontré una figura muy curiosa, era una estatuilla dorada, con la forma de una mano, parecida a la de un lagarto, quizá era de un lacanter. La guardé en mi bolso, y rápidamente me largué del lugar.

Continuando mi búsqueda en los espesos bosques, empecé a escuchar unos ruidos, eran gritos, como si fueran quejidos dentro de mi mente.

Esa noche no pude dormir, cada vez que cerraba los ojos me veía a mi mismo morir en manos de esas criaturas. Era como si ellos estuvieran atormentándome y tratando de seguirme. No tuve otra opción mas que permanecer en el bosque con mi fogata encendida, mirando como lentamente se consumía la leña, y cómo los insectos volaban por mi cabeza, intentando alimentarse de mi sangre.

De pronto, uno de estos seres apareció frente a mi, parecía un guerrero, pero él era diferente, tenía los ojos en blanco, como si estuviera en trance, portaba una gran armadura, un sable y pintura de guerra en los brazos y en la cara. Se me acercó y en su extraño lenguaje me habló. Traté de entenderle pero cada vez parecía molestarse más. Entonces intenté huír, pero fue inútil, el saltó y rápidamente me alcanzó, puso su sable en mi pecho y empezó a gritar, yo no sabía que hacer. En ese momento la fogata se apagó, y sólo podía ver sus brillantes ojos en la oscuridad y el color rojo vivo de la leña que lentamente se oscurecía. Mi respiración se aceleraba y empezaba a sudar, mi mente estaba tan confundida que podía sentir el dolor del sable atravezando mis entrañas. Segundos después, el guerrero volteó al cabeza, dirigiendo la miraba hacia mi bolso, se acercó a él, y sacó la reliquia que tenía dentro. Solo me quedó mirarlo atónito, viendo el detalle de su armadura, los rasguños de batalla que tenía, y la mirada de satisfacción que tuvo al ver la reliquia a salvo, creo que por eso me perdonó la vida.

Esa anécdota hizo que me interese más en el estudio de los lacanter y sus civilizaciones, cosa que me llevó a descubrir dentro de mis otros viajes datos muy interesantes.
Al parecer la raza de los lacanter no es tan distante a la nuestra, tienen pueblos, civilizaciones, un idioma, y hasta un régimen de gobierno.

La reliquia que encontré ese día es lo último que queda de la estatua de Lardas, la divinidad de los lacanter.

Según las leyendas, Lardas fue un gran guerrero, un conquistador y era el más fuerte de la civlización lacanter. Era casi como un semidios, y fue tan odiado por los pueblos enemigos que recibió una maldición que convirtió su cuerpo en oro el día de su muerte,y se dijo que traería la discordia y despertaría el rencor entre su gente. Cosa que sucedió y que posteriormente terminó en la separación de los lacanter y en la conformación de las tribus que son ahora.
Las constantes batallas entre las tribus lacanter por poseer la estatua, terminaron destruyéndola, dejando solamente la mano de Lardas.
Al parecer, esta reliquia es lo único que los últimos heroes lacanter pueden usar para regresar la paz en sus pueblos...


(Exraído del diario de Mirós: 128)