domingo, 25 de marzo de 2012

La espada de las almas



La leyenda sobre esta espada nació en el este; en el oscuro castillo de murallas negras. Se dice que un poderoso rey mandó a fabricar una espada en la cual echaron durante su fundición, la sangre y huesos molidos de sus antepasados, de esta forma, la espada sería tan poderosa como los antiguos reyes.

El Rey de ese entonces se llamaba Dionisio II, un tirano despiadado que era temido por muchos pueblos pequeños del lugar, incluyendo los reinos vecinos. Se dice que Dionisio era también una especie de alquimista, le gustaba investigar con pociones, huesos de animales y que de alguna forma buscaba la vida eterna.

Se cuenta también que durante cinco años, el rey Dionisio estuvo preparando un conjuro con el cual el podría recibir las almas de los antepasados que yacían en la espada para así hacerse inmortal, pero el conjuro falló. El rey fue consumido completamente por su espada, envejecio rapidamente y enloquecio. Los médicos dicen que balbuceaba y que decía que sus antepasados lo llamaban, que lo maldecían y que lo odiaban.

Finalmente murió a la edad de 54 años: muy acabado, delgado y loco.

La espada fue otorgada al siguiente Rey que gobernó durante 9 años. Dicen que padecía los mismos problemas que Dionisio, y que una noche lo encontraron colgado en su habitación.

Fue así que el linaje de Dionisio duró por 8 generaciones. En la cual la espada fue entregada una y otra vez.

Mi visita al castillo del este fue por esta extraña leyenda, me intrigaba mucho saber cual es el estado de esa espada, si aun existía y si era una leyenda, y me econtré con una historia muy peculiar.

Llegué al castillo una tarde, hacía mucho frío y empezaba a nevar. El castillo del este es un lugar viejo y abandonado. Fue un mal momento para llegar pero ya estaba ahí. Según mis libros y notas, la espada aún permanecía en el castillo, fue asi que entré a buscarla. A los alrededores existen criaturas muy peligrosas y casi demoníacas, por eso no quise arriesgarme y pasé la noche dentro del castillo.

Durante la madrugada, un extraño sonido me despertó, estaba echado de costado con mis ojos abiertos y casi aguantando la respiración para escuchar ese extraño murmullo.

Venía de una de las torres, entonces subí a ver qué era. Una vieja y agujereada puerta me dejaba ver el interior de una torre abandonada, dentro se encontraba una fuerte luz violeta, donde escuchaba conversaciones.

Cuando entré y me acerqué, la luz se apagó y los sonidos se fueron. La espada estaba tirada en el suelo. Era de un acero muy oscuro, tenía manchas de óxido, hongos y suciedad. Aún tenía filo y emitía una carga muy pesada que se sentía en el ambiente.
Ingenuamente recogí la espada con mis manos desnudas y ni bien tuve contacto con ese objeto mi mente y mis conocimientos cambiaron repentinamente: Fui transportado a través del tiempo. podía ver la vida y muerte de cada uno de los reyes que portaron la espada, empezando por el mismo Dionisio II. Luego de eso, muchas voces empezaron a gritar mi nombre, que abandone ese lugar y que la espada estaba maldita. Que esas almas iban a perturbarme por toda la eternidad y que incluso si moría portándola, mi alma formaría parte de ese encierro espiritual.

Me di cuenta que la espada se hace más fuerte mientras más caballeros o reyes mueran usándola. Se hace mas liviana, sientes como si la espada fuera parte de tu brazo, te sientes más fuerte e incluso más joven, pero tu mente es perturbada por los espíritus muertos.

En ese momento solté la espada, que sonó muy fuerte en el suelo, y me asusté mucho. Recé para que esas almas encuentren descanso y me retiré. Le guardo mucho respeto a esos antiguos reyes, y maldigo al rey alquimista que creó tan despiadado artefacto. Tan poderoso y tan maldito como su vida misma...

(Diario de Mirós: 150)

Una extraña Botella


Un sencillo pero muy útil utensilio tanto para cocinar, para fabricar pociones o acumular arena de las tierras que has visitado, la botella es uno de los más valiosos objetos que un viajero puede tener.

Fabricada con vidrio muy grueso y un tapón de corcho a presión, las botellas siempre me sirvieron para llevar especies extrañas o venenosas, líquidos y demás cosas. Durante mis viajes siempre intenté encontrar de este tipo de botella, las normales suelen romperse con el calor pero estas no. Hasta el momento sólo tengo dos, pero me imagino que con cuatro de ellas puedo recorrer el mundo entero sin problemas...

(Diario de Mirós: 120)

lunes, 19 de marzo de 2012

Disparo Certero



Acerca del disparo certero, es una técnica inventada por unos brujos y perfeccionada por los arqueros más desafiantes del bosque del este. Consta en lanzar una flecha y controlarla con pequeñas ráfagas de viento para que impacten en el objetivo deseado, así esté a kilómetros de distancia. Para esto los arqueros realizan unos rezos a los cuatro vientos, marcando un sello por cada uno y usándolo en el momento de ataque.

Me interné por días en el Bosque de Artalis, cerca a los dominios del este, donde sé que viven muchas tribus que conocen sobre esta técnica. Un grupo de seres extraños, donde se encontraban los raros Arqueros lagarto, me mostraron la técnica y cómo la usaban.


Pusieron tres cráneos de carnero clavados en tres mástiles, a diferentes distacias. El primero y el segundo fueron acertados con gran presición, pero el tercero estaba demasiado lejos, era imposible darle, o por lo menos, para un arquero cualquiera. Uno de los arqueros empezó a hacer unos rezos extraños, sostuvo la flecha muy fuerte mientras unas ráfagas de viento rodeaban su arco, luego de esto, disparó. La flecha avanzó muy rápido, pero aun así parecía que no iba a llegar a su objetivo, de pronto las ráfagas de viento alcanzaron a la flecha y la levantaron impactándola en medio de los ojos del cráneo, partiéndolo a la mitad... era realmente increible...

(diario de Mirós: 314)

domingo, 11 de marzo de 2012

El ojo de Clings




Clings fue uno de los magos más renombrados de Krizalis, principalmente en los pueblos del norte.
Se decía que podía ver a través de las cosas gracias a un extraño conjuro que él mismo se había hecho sobre los ojos. Muchos magos enemigos quisieron saber el conjuro de Clings, por lo que siempre fue motivo para atacar a las tierras del norte. Muchos años pasaron y el mago envejeció, pero sus ojos aún servían. Fue durante una gran invasión al castillo de "Los Hijos del Sol", que Clings perdió la vista del ojo derecho, por el ataque de una flecha enemiga. El pobre viejo se refugió en su torre intentando curarse, pero fue capturado por los enemigos.
Antes de su captura, él se vendó ambos ojos fingiendo una ceguera completa mientras se desangraba. Junto a los demás soldados y capitanes capturados fueron asesinados en la cumbre del monte Thum(1). Donde finalmente fueron arrojados al abismo.

Más de 100 años pasaron desde esa masacre y según los libros de Clings, el conjuro que él hizo sobre sus ojos, también los hacen inmortales al tiempo. Es decir que el ojo izquierdo que le queda, aún debe estar en los abismos de Thum, esperando para ser recogido por un nuevo portador...

Thum: Uno de los cuatro montes mas cercanos al castillo del norte. El monte Thum es uno de los más altos del reino, y tiene muchos abismos muy muy profundos. Según algunas leyendas, se dice que esos abismos son el camino al infierno...

(Diario de Mirós: 92)

domingo, 27 de junio de 2010

Las runas míticas de la Luna


...Sólo había escuchado el nombre de estas "míticas" runas en los cuentos de los pueblos más alejados de Krizalis, que hablaban también sobre el temido "Clan de la luna".

Este grupo es una secta de fanáticos que le rinden culto a la luna, dicen que ésta tiene un poder sobre la vida en la tierra, que ellos pueden controlar con estas piedras.
Se juntan cerca al abandonado castillo del este, donde según los cuentos, hacen sus rituales; fue así que decidí ir a investigar.

Me interne 6 días en el campo cerca al castillo del este, pero no encontré nada, estuve muy cerca de abandonar mi búsqueda pensando en que todo lo que había oído no eran más que cuentos del pueblo. Pero eso cambió, fue el 6to día,eran aproximadamete las 8 de la noche, estaba en las afueras del castillo recogiendo un poco de leña, y vi venir a un grupo de personas, con antorchas encendidas y que parecían tener a un prisionero entre ellos.

Uno iba adelante, parecia ser el líder pues llevaba consgio una gran vara, iba seguido por tres más, en medio, había un hombre desnudo, que tenía colgando del cuello unas piedras, atadas entre ellas con cadenas. Será un prisionero de ellos? me pregunté, sin conocer el terror del cual iba a ser testigo.

Éstos hombres llevaban largas túnicas oscuras, grandes mantas encima, al parecer usaban botas,
y tenían el rostro casi cubierto, no pude ver bien, pero me pareció ver que sufrían de una enfermedad a la piel, tenían las caras hinchadas, y parecía que se les iba cayendo la piel por trozos, de repente era lepra.

El líder tenia una pintura roja en el rostro, llevaba consigo un gran libro, y un largo baston en la otra mano.

De pronto llegaron a una colina muy elevada, yo me escondí detrás de unos arbustos, y estuve ayudado con una lente para ver de lejos.
Empezaron a gritar unos cantos, los tres hombres se tomaron de las manos, el prisionero estaba arrodillado con los brazos atados a su espalda, y con los artefactos colgando de su cuello, y el líder abrió su libro y empezó a leerlo, entonando una especie de hechizo. En ese momento, las piedras milagrosamente empezaron a brillar con un azul muy intenso, yo me quedé asombrado e incrédulo por lo que pasaba, pero seguí observando.

El líder abrió su capa y sacó una daga, la frotó contra la tierra y la levantó hacia el cielo, apunto a la luna y empezó a gritar unos cantos de su libro. Se acercó al prisionero, que estaba en un estado de locura, estaba botando espuma por la boca, sus ojos estaban pálidos, y tenía la boca abierta mirando hacia el cielo; el líder lo tomó por la cabeza, y sin titubear clavó la daga en su cuello. Yo estaba atónito y con lágrimas en los ojos, respiraba muy rápido y mi mano con la que tenía la lente me empezó a temblar, estaba muy asustado. La víctima solo hacía gemidos grotescos, intentando gritar, parecía una oveja asustada, mientras la sangre brotaba a chorros de su traquea.

El asesino sacó la daga y la levantó nuevamente, como mostrando el sacrificio que acababa de hacer, los otros tres hombres levantaron sus manos cantando unas palabras en un idioma que no comprendía, la vícitma cayó al suelo bañando las piedras con su sangre, yo estaba asustado, vomité por la impresión, traté de no hacer mucho ruido por temor de que me tomen como un sacrificio más; empecé a arrastrarme hacia atrás, lo último que vi fue que tiraron al cadáver por un acantilado, donde nunca nadie lo encontraría.

Lo que me pareció sorprendente del hecho, viendo esto desde una perspectiva científica, es que las piedras cambiaron su color de azul intenso a un blanco muy brillante, es que de repente estos hombres de verdad tienen algun poder relacionado con la luna? Éstos sacrificios de verdad funcionan y les da energía a ellos o qué? Éstas piedras, de donde las sacaron? Todas estas preguntas forman parte de una antigua leyenda, que ha sido tergiversada por las generaciones y el tiempo.

Para mí, esto no es una leyenda, esas piedras de verdad existen, he sido testigo de cómo se activan, pero no sé pare que sirven....

(Exraído del diario de Mirós: 137)

sábado, 13 de marzo de 2010

Las primeras investigaciones y el pueblo Lacanter


Mi investigación en las tierras de Krizalis empezó con una anécdota que involucró mi vida y una reliquia muy sagrada para una tribu de nativos.

Soy un investigador, viajero y arqueólogo de estas viejas tierras. Mi nombre es muy reconocido dentro de muchos pueblos de Krizalis, en especial entre los grandes reyes y científicos del lugar.

Todo comenzó en uno de mis viajes, estaba trabajando en un libro intentado descubrir la naturaleza de los lacanters, una tribu de seres humanoides con rasgos de lagarto. Estos viven en pequeños pueblos, dentro de los bosques más espesos. Suelen pintarse los rostros y sus cuerpos con pintura de batalla. Por alguna razón están siempre armados.

Un día llegué a un pueblo lacanter que estaba destruído, no sabía que había pasado, pues estos seres son muy feroces en batalla, y nunca suelen abandonar sus pueblos; en ese momento pensé que había descubierto un nuevo comportamiento de ellos, pero no era así, habían sido eliminados por otra tribu o algun animal salvaje, de repente ocurrió una guerra entre las familias. Fue así que guardando bien mis cosas, saqué una navaja y me adentré en aquel pueblo. Buscando dentro de las construcciones, encontré una figura muy curiosa, era una estatuilla dorada, con la forma de una mano, parecida a la de un lagarto, quizá era de un lacanter. La guardé en mi bolso, y rápidamente me largué del lugar.

Continuando mi búsqueda en los espesos bosques, empecé a escuchar unos ruidos, eran gritos, como si fueran quejidos dentro de mi mente.

Esa noche no pude dormir, cada vez que cerraba los ojos me veía a mi mismo morir en manos de esas criaturas. Era como si ellos estuvieran atormentándome y tratando de seguirme. No tuve otra opción mas que permanecer en el bosque con mi fogata encendida, mirando como lentamente se consumía la leña, y cómo los insectos volaban por mi cabeza, intentando alimentarse de mi sangre.

De pronto, uno de estos seres apareció frente a mi, parecía un guerrero, pero él era diferente, tenía los ojos en blanco, como si estuviera en trance, portaba una gran armadura, un sable y pintura de guerra en los brazos y en la cara. Se me acercó y en su extraño lenguaje me habló. Traté de entenderle pero cada vez parecía molestarse más. Entonces intenté huír, pero fue inútil, el saltó y rápidamente me alcanzó, puso su sable en mi pecho y empezó a gritar, yo no sabía que hacer. En ese momento la fogata se apagó, y sólo podía ver sus brillantes ojos en la oscuridad y el color rojo vivo de la leña que lentamente se oscurecía. Mi respiración se aceleraba y empezaba a sudar, mi mente estaba tan confundida que podía sentir el dolor del sable atravezando mis entrañas. Segundos después, el guerrero volteó al cabeza, dirigiendo la miraba hacia mi bolso, se acercó a él, y sacó la reliquia que tenía dentro. Solo me quedó mirarlo atónito, viendo el detalle de su armadura, los rasguños de batalla que tenía, y la mirada de satisfacción que tuvo al ver la reliquia a salvo, creo que por eso me perdonó la vida.

Esa anécdota hizo que me interese más en el estudio de los lacanter y sus civilizaciones, cosa que me llevó a descubrir dentro de mis otros viajes datos muy interesantes.
Al parecer la raza de los lacanter no es tan distante a la nuestra, tienen pueblos, civilizaciones, un idioma, y hasta un régimen de gobierno.

La reliquia que encontré ese día es lo último que queda de la estatua de Lardas, la divinidad de los lacanter.

Según las leyendas, Lardas fue un gran guerrero, un conquistador y era el más fuerte de la civlización lacanter. Era casi como un semidios, y fue tan odiado por los pueblos enemigos que recibió una maldición que convirtió su cuerpo en oro el día de su muerte,y se dijo que traería la discordia y despertaría el rencor entre su gente. Cosa que sucedió y que posteriormente terminó en la separación de los lacanter y en la conformación de las tribus que son ahora.
Las constantes batallas entre las tribus lacanter por poseer la estatua, terminaron destruyéndola, dejando solamente la mano de Lardas.
Al parecer, esta reliquia es lo único que los últimos heroes lacanter pueden usar para regresar la paz en sus pueblos...


(Exraído del diario de Mirós: 128)